viernes, 25 de enero de 2008

Estanflación global

Amylkar D. Acosta M.

"El aleteo de una mariposa se puede sentir
al otro lado del mundo
"
Proverbio chino

La globalización tiene sus ventajas y sus desventajas, una de estas es que las crisis cuando se presentan son sincronizadas y expansivas y nada ni nadie puede escapar a sus devastadores efectos. Hoy, más que nunca, las economías de los distintos países son interdependientes entre sí, pues son múltiples los vasos comunicantes y los conectores entre unas y otras, hasta hacer de todas ellas una sola economía global. En consecuencia, ningún país, por poderoso que sea, está en capacidad de sustraer su economía del resto del mundo. Precisamente por ello se suele hablar del "efecto mariposa", para aludir a la gran sensibilidad de los fundamentales de la economía de un país con respecto al comportamiento de ellos a nivel planetario. Decía el maestro Gianni Rodari, "lanza una piedra en un estanque y su efecto hará que en dicho estanque se produzcan enormes cambios, desde su superficie hasta las profundidades”. Esta es la esencia de la teoría del caos de Edward Lorenz. Con la economía ocurre algo semejante, cualquier turbulencia o inestabilidad inicial, por pequeña que sea, se transmite de manera instantánea a todo el conjunto de la economía de las naciones, por más remoto que sea el escenario de la misma.

Y si la perturbación proviene de una economía con el peso de la estadounidense, considerada la principal locomotora de la economía global, como que representa el 25% del PIB mundial, resulta aún más difícil escapar a su impacto. Su capacidad de arrastre se ha visto menguado por la irrupción de las economías emergentes, muy especialmente de China e India, pero sigue teniendo un gran peso específico. Por ello, ahora que su economía se ha visto zarandeada por los vientos cruzados de la recesión y la inflación, el mundo entero se ha llevado las manos a la cabeza, presa de la preocupación y el pánico. Esta combinación incómoda de estancamiento del crecimiento y aumento en el nivel de precios es algo singular, una rareza, que se da muy esporádicamente. La estanflación, como se le conoce, es un anglicismo que denota una completa distorsión de los mercados difícil de lidiar, que coloca a las autoridades económicas y a la banca central ante una gran disyuntiva. La tensión entre dos objetivos antagónicos, controlar la inflación y galvanizar el crecimiento, pone a la banca central en una posición ´perder-perder´, ya sea con cara o sello, igual da. Tal y como lo manifestó el entonces ministro de Finanzas Británico en 1995, que fue quien acuñó el término, Ian Mcleod, "Ahora tenemos lo peor de ambos mundos: no sólo estancamiento por un lado sino inflación por otro". Este fenómeno se había presentado por última vez en los 70, cuando puso en aprietos a la Reserva Federal de los EEUU (FED) y desde entonces había consenso entre los economistas en que las posibilidades de que se repitiera eran muy remotas. Y no es para menos, ya que de acuerdo con la ortodoxia económica no debería darse nunca, porque las presiones inflacionarias surgen justamente cuando la economía se "recalienta" mucho y aumentan gastos e inversiones, el empleo, el ingreso y el poder adquisitivo de la población. Pero este no es el caso.

Hace más de año y medio se viene hablando sobre la desaceleración de la economía de los Estados Unidos y los temores por el advenimiento de una recesión en sus predios. Los Estados Unidos habían logrado lo que podría calificarse como prodigio, al sostener durante 16 trimestres consecutivos y de manera continua el crecimiento de su economía, concomitantemente con una gran estabilidad de precios y bajo empleo, cuando lo normal son sólo 12 o a la sumo 13 trimestres. En los últimos 25 años los EEUU sólo han experimentado dos recesiones, ambas fugaces y suaves. La de 1991 duró 8 meses, el PIB bajó 1.3% y el gasto de los consumidores cayó, lo que no ocurrió en la de 2001, que se prolongó por el mismo lapso, cuando sólo se desaceleró, mientras el PIB declinó sólo 0.4%. Pero, como afirma el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, "lo hecho por George W. Bush es similar o peor a lo realizado en materia económica por Herbert Hoover en la década de los años veinte del siglo XX, que llevó al peor ´crac´ en la historia del capitalismo". ¡Y esos polvos nos tenían que traer estos lodos!

A todas luces, estamos en presencia de una recesión en los Estados Unidos, esta vez más severa que las dos anteriores, cuya economía como la del resto de países del mundo se está viendo lastrada por los brotes inflacionarios, los cuales con la globalización dejaron de ser un asunto doméstico para convertirse en una variable independiente que hace rato se le salió de las manos a la autoridad monetaria. La inflación dejó de ser un fenómeno meramente monetario, como lo sostiene Milton Friedman, para verse influenciada por otros factores, entre ellos el geopolítico, que no se pueden ignorar a la hora de abordarla. Aunque el National Bureau Of Economis Research, quien tiene la última palabra a la hora de anunciar oficialmente si estamos en presencia de una recesión, aún no se ha pronunciado, son muchas las pruebas al canto que dan cuenta de ella. Aunque aún en ciernes, ya los estadounidenses se sienten agobiados por varios de sus signos y síntomas: la producción industrial decayó el año anterior y terminó con 0.23%, por debajo del mes de julio; el empleo, que venía creciendo a un ritmo de 115.000 empleos nuevos al mes languideció hasta concluir el mes de diciembre con 20.000; las ventas al por menor cayeron en el mes de diciembre y está por establecerse lo que pasó con los ingresos personales. Y Goldman Sachs, uno de los bancos de inversión más grande del mundo, nos ofrece la que podríamos considerar como prueba reina; según él en los últimos 60 años, cada vez que la desocupación sube 60 puntos básicos en EEUU la economía cae en recesión y, efectivamente, el paro pasó de 4.4% en marzo de 2007 a 5% en diciembre.

La situación se ha tornado más compleja, a consecuencia del contagio de la economía de los Estados Unidos de la ola alcista de precios que ronda a la economía global. Los precios de muchos productos, empezando por el crudo y los alimentos, están desfasados en el mundo entero, presionando fuertemente sobre el índice de precios al consumidor. Ello complica el manejo de la crisis; como lo explica el ya jubilado ex presidente de la FED, Alan Greenspan, "este es un entorno de política mucho más difícil de lo que yo haya experimentado" [1]. Y no es para menos, pues el riesgo de una mayor inflación limita la capacidad de respuesta de la FED ante la amenaza de una recesión; en ese sentido, la situación difiere de la recesión del 2001, cuando la economía se "enfrió". Ello preocupa a Wall Street, tanto más cuando les está tocando capear el temporal con el crudo rondando los US $100 el barril, contra US $30 de aquel entonces y con una inflación de 4.3 para noviembre, la más alta en 22 años, de 2007 contra 1.6% de 2001. La FED, en un desesperado esfuerzo por conjurar la recesión y reanimar la alicaída economía estadounidense, ha intervenido una y otra vez las tasas de interés de referencia de los fondos federales. El martes, 22 de enero, volvió a rebajarlas en tres cuartos de punto porcentual (0.75), el mayor recorte de tasas en un día desde 1982 , el primero que se decreta antes de la reunión programada desde el S-11 en 2001, cuando todo mundo esperaba un máximo de 0.50, pasando la tasa de referencia de 4.25%, en la que estaba después de un recorte de 0.5 en septiembre y 0.25 tanto en octubre como en diciembre del año anterior, a 3.5, su nivel más bajo desde septiembre de 2005 y por debajo de la inflación.

Ahora bien, las repercusiones de esta estanflación en la economía global dependerán de qué tanto puedan compensar las economías emergentes, particularmente de China e India, que han venido creciendo a tasas que oscilan entre 7.5% y 10% en las últimas dos décadas, puedan compensar la ralentización de la economía estadounidense. La duda estriba en la capacidad de las economías asiáticas para "desacoplarse" de la locomotora estadounidense y seguir su propia marcha, a contrapelo de la descaecida economía de los EEUU, ocupando su lugar, relevándola como motor de la economía mundial. Hay quienes conjeturan que ello es posible, basado en el hecho de que el auge de los commodities, estimulado principalmente por la demanda de los países asiáticos, ha perdurado a despecho de la caída de la demanda estadounidense como secuela de la desaceleración de su economía. Pero, está por verse hasta dónde el mercado interno de los países asiáticos puede suplir la contracción del mercado estadounidense.

Lo cierto es que las exportaciones asiáticas que representaban el 44% de su PIB en 2002, ya para el 2005 estaba en el 55% y, aunque el comercio intraasiático ha crecido ostensiblemente, el 60% de sus exportaciones va a parar al mercado de los EEUU, la UE y Japón. Así las cosas, les quedará asaz difícil salir ilesos de esta debacle tanto a las economías asiáticas, que tendrán que encajar el golpe, como las latinoamericanas, que, además de su gran vulnerabilidad, giran en la orbita de los EEUU. Y ésta en 2008, como afirma Stuart G. Hoffman, de PNC Financial "será como un gato en un techo de zinc caliente que ya usó seis de sus siete vidas". El gran interrogante es si la economía global descenderá lenta y suavemente, a medida que se despresuriza, o, por el contrario se precipita y se desploma, con todas sus consecuencias.

Riohacha, enero 23 de 2008

Nota

(1) El Tiempo. Enero, 4 de 2008

Amylkar D. Acosta M.
Ex presidente del Congreso de la República


http://alainet.org/active/21753〈=es

martes, 22 de enero de 2008

Los Acuerdos de Asociación Europeos.

Umberto Mazzei/ALAI America Latina en Movimiento.

Peter Mandelson, Comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), hizo en diciembre una visita de dos días a Guatemala. Vino a reunirse con el Presidente electo Álvaro Colom, con empresarios de la región y con sus contrapartes centroamericanas que negocian el Acuerdo de Asociación (AA) de la Unión Europea y América Central.

Durante esa visita concedió una entrevista a Prensa Libre, que es reveladora. Afirma haber venido para apoyar el proceso de integración centroamericana, porque eso permitirá a la región competir a nivel global. Nos preguntamos si sabrá que la integración centroamericana es tan vieja como el Mercado Común Europeo (1958) y que el principal socio comercial de todos los países centroamericanos es el Mercado Común Centroamericano, donde venden productos de mayor valor agregado que los exportados fuera del área.

Mandelson fue claro al decir que la primera ronda no había sido sino “acercar a los equipos así como conocernos mutuamente”. También dijo que “fue importante para explorar las sensibilidades en ambos lados de la mesa y las posibilidades que tiene el Acuerdo…” Que las propuestas negociadoras tendrán lugar cuando en febrero se trabaje sobre textos, en Bruselas.

La experiencia ACP

La Unión Europea ha venido dando un acceso preferencial sin reciprocidad al grupo ACP (África-Caribe-Pacífico) de 79 países – antiguas colonias- que funcionaba sucesivamente bajo las convenciones de Lomé y Cotonou. Los países en desarrollo excluidos han protestado en la OMC ese trato discriminatorio y es seguro pedirán un panel al vencerse la última exención en 2007. La Unión Europea busca ahora una liberación recíproca bajo el manto de los acuerdos regionales de comercio, como los que usa Estados Unidos. Saber lo que va a proponer la Unión Europea a América Central es fácil. Basta con mirar las propuestas hechas a los países ACP y a el África.

La duda sobre la conveniencia de cambiar los acuerdos ACP de apertura asimétrica por otros de apertura mutua es justificada. Durante la vigencia de los sucesivos acuerdos heredados de la relación colonial la participación de los países ACP en el mercado europeo descendió, aunque con fluctuaciones haya subido a unos US$ 60 Millardos. En 1976 era un 6,7% y en 1999 apenas un 2,8% y del comercio europeo con los países en desarrollo bajo del 14,8% a un 4.1% en ese mismo período.

La estructura del comercio no ha variado desde la época colonial: la mayor parte de las exportaciones ACP son materias primas y productos primarios como pescado, café, cacao que pagan poco arancel en la UE (con excepción de muy pocos, como bananas) y eso explica el desplazamiento en el mercado. Las importaciones de Europa siguen siendo bienes industriales y servicios. Las exportaciones de la ACP hacia Europa son, además, desequilibradas: un tercio proviene de la próspera Sur-Africa y un quinto (petróleo y gas) de Nigeria.[1]



El proyecto de la Unión Europea era de dividir la ACP en seis grupos que gradualmente eliminasen obstáculos a las importaciones provenientes de la Unión Europea y entre ellos mismos. La propuesta encontró resistencia, en particular por lo que concierne a una apertura en Servicios, Propiedad Intelectual y a una relación subalterna – como en CAFTA- hacia las inversiones. Se debate si esos acuerdos de apertura mutua benefician a los países ACP y si en verdad son otra cosa que instrumentos de promoción de exportaciones europeas. La principal resistencia viene del África.

La negociación africana

Desde que es Comisario de Comercio (2005) el mantra de Mandelson es “poner el comercio al servicio del desarrollo” y suena como una enmienda de culpas coloniales. No es que sus palabras siembren mucha confianza. África recuerda que sus conquistadores europeos siempre llegaron con un acuerdo de comercio en el bolsillo. Algo de esa aprensión se percibió en las reuniones que tuvieron lugar -también en diciembre- entre negociadores europeos y africanos.

El nítido prototipo de acuerdo que proponía la Unión Europea a los grupos de integración regional africanos se desintegró – los grupos y las propuestas- para convertirse en un entreverado desorden. La cobertura de la propuesta europea tuvo que ser modificada y se propuso un acuerdo transitorio que excluye servicios e inversiones y cubre sólo bienes. Tampoco hubo aceptación neta. La UE busca ahora romper los grupos regionales creando subgrupos y negociando directamente con los gobiernos.

Una reacción previsible, porque los países africanos – al igual que los latinoamericanos - no tienen el mismo nivel de desarrollo, ni igual capacidad negociadora, ni los mismos intereses, ni la misma estructura económica o política. La única cosa que repiten bastante al unísono es la acusación de que la Unión Europea actúa sólo en beneficio de sus exportadores, acentuado por reglas de origen que exigen insumos europeos y que la liberación que exige ahora perjudica a las grandes mayorías pobres de África.

A fines de noviembre la Unión Europea logro firmar un acuerdo con cinco países del África oriental que recortaría el 82% de los aranceles a las exportaciones europeas, el 64% del resto en dos años y el total en 15 años, con pocas excepciones vulnerables. Según Oxfam en Bruselas- citada por el Financial Times[2]- “el enfoque europeo, en esencia, fuerza a los países de África oriental a escoger entre garantizar el mercado a sus productos agrícolas hoy o mantener un grado de protección para promover un crecimiento industrial en el futuro; que es el camino que han seguido todos los países desarrollados.”

Esa opinión sobre los Acuerdos de Asociación es compartida por otros grupos europeos que luchan por la equidad comercial y por otros países en desarrollo que ven como, con el pretexto de remediar la discriminación del convenio de Cotonou, se trata de excluirlos del mercado africano mediante un trato preferencial a productos europeos, sin discriminar siquiera si son subsidiados.

Una curiosa interpretación de la llamada cláusula de la Nación –Más-Favorecida (igual trato a todos) exige que se de a la UE el mismo trato que se de a cualquier otro país con quien se firme un acuerdo preferencial. Esa cláusula básica del GATT/OMC es la que se tolera que violen los acuerdos regionales en nombre de la expansión local del comercio. Con ese nuevo criterio, el progreso de la integración entre países africanos o con otros grupos en desarrollo asocia automáticamente a la Unión Europea.

Ninguno de los grupos de integración regional africanos ha suscrito en bloque. Aquellos que la UE ha logrado hacer firmar alguna de sus propuestas cortan una línea divisoria entre esos grupos; tal como los TLCs de Estados Unidos con países del Pacto Andino o ALADI. La negociación con la UE ha dividido a los países africanos en tres grupos: los que han firmado (18 ), los que se resisten (15 con Comunidad Económica de África Occidental y Sur África) y los indefinidos. Hay dos hechos: que entre quienes se resisten están Sur África y Nigeria, los principales socios comerciales y otro es que los acuerdos provisorios firmados no son iguales.

La mentira que no se ha dicho

Cuando Eduardo Smith - Prensa Libre- le pregunta a Mandelson que se hará con los subsidios europeos a la agricultura este le responde:” La mejor forma de lidiar con esto es por medio de las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Espero que en el primer trimestre del 2008 pueda haber algún acuerdo en este escenario”. Sabemos muy bien que no hay en la OMC alguna propuesta europea o estadounidense para eliminar los subsidios que ambos dan a sus productos agrícolas; las propuestas que han presentado son para mantenerlos.

La respuesta de Mandelson sobre los subsidios agrícolas es la misma respuesta que dieron los negociadores de Estados Unidos a Méjico, en NAFTA y a Centroamérica en CAFTA. Hace 14 años que el NAFTA entro en vigor, hay 2 millones de campesinos mejicanos desarraigados y en este 2008 desaparecen las limitaciones para exportar a Méjico productos agrícolas subsidiados. Desde 1994 los subsidios de Estados Unidos no bajaron, se duplicaron. Desde 1995 se negocia ese tema en la OMC, sin que se vea alguna intención de eliminarlos, pero si de que se quiere aumentar las exportaciones subsidiadas

Es cierto que – a diferencia de Estados Unidos - la Unión Europea tiene un programa de reducción de sus subsidios agrícolas. Pero es uno que aún le deja unos formidables US$43 Millardos con los que ningún agricultor de África o América Central puede competir.

Conclusión.

Si en América Central o los Andes los gobiernos quisiesen negociar con la Unión Europea y no sólo tomar su dictado – como ante Estados Unidos – es posible que lograsen acuerdos adaptados a su circunstancia local. La Unión Europea esta acostumbrada a conjugar la diversidad. Otra cosa es que las preferencias valgan la pena.

Fuente: Instituto de Relaciones Económicas Internacionales (IREI), Ginebra
Ventana Global www.ventanaglobal.info


[1] How Europe’s trade talks with poor former colonies became mired in mistrust; Financial Times, 12/12/2007

[2] Financial Times, ibidem.



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viernes, 11 de enero de 2008

Nuestro futuro por la borda

Oxfam

Oxfam publicó un informe sobre las consecuencias en los países del Sur de la implantación de los Tratados de Libre Comercio por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, a continuación se expone el resumen de dicho informe

El sigiloso avance de los tratados de comercio e inversiones entre países ricos y pobres amenaza con negar a los países en desarrollo una posición favorable en la economía mundial.

Los países ricos, liderados por EEUU y la UE, están poniendo un empeño sin precedentes en lograr tratados de libre comercio regionales y bilaterales. Esto está ocurriendo lejos de la fanfarria de las cumbres mundiales y de la prensa internacional. Unos 25 países en desarrollo han firmado ya tratados de libre comercio con países desarrollados, y más de 100 están embarcados en negociaciones. Cada semana se firman como media dos acuerdos bilaterales de inversiones. Prácticamente ningún país, por pobre que sea, se ha quedado fuera.

Los países ricos están utilizando estos ‘tratados de libre comercio’ (TLC) y acuerdos sobre inversiones bilaterales y regionales para lograr concesiones que no son capaces de conseguir en la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde los países en desarrollo pueden unirse y negociar unas reglas más favorables. EEUU llama a este enfoque ‘liberalización competitiva’ y la UE expresa su intención de utilizar los acuerdos bilaterales como ‘los peldaños hacia futuros acuerdos multilaterales’.(leer más)

sábado, 5 de enero de 2008

El mundo empieza a dar la espalda a un dólar débil.

Michel Porcheron
Rebelión
Traducido para Rebelión por Juan Vivanco

Ante un sistema bancario mundial al borde de la asfixia (1), el miércoles 12 de diciembre los diarios occidentales anunciaron que los bancos centrales de los principales países industrializados habían puesto en marcha una vasta operación conjunta en los mercados de crédito para tratar de calmar las tensiones crecientes creadas por la crisis de las famosas hipotecas de alto riesgo (subprimes).La Reserva Federal usamericana, el Banco Central Europeo (BCE), el Banco Nacional Suizo, el Banco de Inglaterra y el Banco de Canadá anunciaron una serie de medidas técnicas para inyectar liquidez —dinero fresco— en el sistema interbancario. Algo que no se había visto desde los atentados del 11 de septiembre de 2000, comentó el diario francés Le Monde (13 de diciembre).Pero sólo 24 horas después de que se anunciara esta inyección de unos 64.000 millones de dólares de liquidez suplementaria, la confusión persistía. La iniciativa no tuvo el efecto esperado en los mercados. Los mercados financieros temen sobre todo dos cosas: la desestabilización del sistema bancario mundial y la propagación de la crisis a la economía real (2). Bailan al son de la crisis de los ya insoslayables subprimes, los famosos créditos inmobiliarios otorgados en USA a hogares que se han declarado insolventes y han llevado a la quiebra a muchos bancos prestamistas. Cuando los expertos mencionan esta crisis hablan del efecto mariposa (efecto considerable originado por una crisis mínima o lejana) de los subprimes que recuerda, por si hiciera falta, los límites del voluntarismo político. (ver mas)