viernes, 30 de noviembre de 2007

Nuevamente las comunidades amenazadas por la Mineria piden a legisladores aprobar la Ley presentada por la Mesa Nacional Frente a la Mineria


Boletín

El Salvador

contra la minería

La Mesa Nacional Frente a la Minería y cientos de personas de comunidades que se verían afectadas esta actividad se dieron cita nuevamente el 28 de noviembre en la Asamblea Legislativa del país, para presentar una pieza de correspondencia que exige a la comisión de Economía y Agricultura, muestre el mismo interés, realizado a propuesta de Ley presentada el 23 de éste mes por el Partido de Conciliación Nacional, PCN.

La Mesa entregó a dicha comisión la Propuesta de Ley el 7 de diciembre de 2006, la comisión delegada para su discusión y revisión ha citado en dos ocasiones a representantes de la mesa, pero han incumplido la reunión por inasistencia, casualmente de diputados de ARENA, partido gobernante y PCN, quienes; el mismo día que la entregan la propuesta de ley se revisa y discute.

El PCN, conocido por su disposición de ofrecer sus servicios al mejor postor y quien ha estado recibiendo asesoría directamente por las empresas mineras, para presentar esta propuesta, situación que hace que la misma pierda validez.

Dicha ley se reduce a la creación de una nueva institución que centraliza la toma de decisiones en materia de minería y promueve la minería metálica facilita la obtención de permisos y licencias.

El Salvador, es incompatible con la Minería, por su estrechez territorial, densidad poblacional, área sísmica, deslizamientos en la época de lluvia y con problemas hídricos para cubrir la demanda de sus habitantes. La actividad Minera vendría a sumergir en mayor pobreza el país, aseguran.

martes, 20 de noviembre de 2007

Hugo Chávez llama la OPEP a abandonar el dólar y dejar que se hunda la economía estadounidense



Contrariamente a lo acostumbrado, la 3ª Cumbre de Jefes de Estado y de gobierno de la OPEP, que se reunió en Riyad el 17 y 18 de noviembre de 2007, se convirtió en teatro de duros enfrentamientos políticos. Irán y Venezuela, países que contribuyeron ampliamente a recuperar el crédito de este cártel, plantearon claramente la posibilidad de hacerlo explotar y de cambiar radicalmente el sistema monetario mundial en su conjunto. (Ver nota completa)

lunes, 12 de noviembre de 2007

Irán, el euro y el comienzo del fin del predominio del dólar

Por Michael R. Krätke

Hace unos pocos días, la República Islámica de Irán cumplió su amenaza: no se aceptan ya dólares, y todas las transacciones económicas exteriores del país pasan a realizarse o en euros o en yenes. Ya desde septiembre, una buena parte de las exportaciones petrolíferas iraníes no se computaban en dólares, sino en yenes: Japón es, con diferencia, el principal importador de petróleo iraní, siendo Irán el tercer suministrador de la potencia pacífica. Ahora, también los socios comerciales europeos y asiáticos del tercer exportador mundial de petróleo tienen que aceptar que Teherán no recibe ya moneda estadounidense.(Ver nota completa)

lunes, 5 de noviembre de 2007

La Vigencia del Pensamiento Marxista: La Acumulación de Capital y la Pobreza de la Clase Trabajadora en El Salvador

Por: Asociación Estudiantes de Economía Alternativa

La historia de las ideas es una prueba palmaria de cómo cambia y se transforma la producción espiritual con la material. Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase dominante.

(Kart Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista)

Hace 140 años salía a la luz pública el tomo I de “El Capital”, la obra cumbre del filósofo, economista y sociólogo alemán Carlos Marx. Esta seria la primera parte de una obra extensa en la que se hace un análisis exhaustivo de las leyes económicas del modo capitalista de producción. Mucho tiempo y cosas han transcurrido desde aquel entonces, pero las ideas planteadas por Marx, se nos presentan cada vez, con una fuerza imperiosa para comprender los tiempos en que vivimos.

De ahí que, para entender la realidad que vive El Salvador recurramos a sus teorías. Uno de los rasgos fundamentales de la actual situación en que se encuentra el país, luego de la implantación del modelo neoliberal y por consiguiente del llamado “Consenso de Washington”, es la de un mayor deterioro en las condiciones de vida de la clase trabajadora. Este hecho objetivo es resultado del nuevo proceso de acumulación de capital, llevado a cabo en el marco de un nuevo modelo económico, ya que como bien decía Marx: ““... La acumulación capitalista produce de manera constante... una población obrera relativamente excedentaria, esto es, excesiva para las necesidades medias del capital y por tanto superflua."[i]

El factor clave entonces, para explicar la precariedad de la clase trabajadora es “El Proceso de Acumulación de Capital”, ya que a través de este, se evidencia la creciente disminución relativa en los requerimientos de fuerza de trabajo salvadoreña por parte del capital, la profundización de la tendencia a la disminución en los niveles de valor de la fuerza de trabajo, la reducción en la cobertura de los medios de vida necesarios de la clase trabajadora y el incremento de la exclusión y marginación social.

A partir del capitulo XXIII del tomo I del Capital, en el cual se plantea la “Ley General de Acumulación Capitalista”, Marx nos ilumina en el análisis, de un nuevo proceso de acumulación, iniciado en la década de los noventa, donde han aparecido en El Salvador, los fenómenos de concentración y centralización de capital, los cuales en consonancia con la tendencia mundial, no solo se manifiestan a nivel nacional sino regional.

Aunque El Salvador es un país pequeño, con una economía relativamente débil comparada con las de las grandes potencias, los fenómenos de concentración y centralización a partir de la nueva acumulación de capital iniciada con la transformación económica de fines de los ochenta, aparecen ahora con cada vez mayor claridad.

La nueva etapa de acumulación de capital iniciada en 1989, fue posible gracias a la instauración de una economía de libre mercado, en donde el capital salvadoreño y extranjero se beneficio de la apertura de nuevos mercados como el de las telecomunicaciones, la distribución de energía eléctrica, la banca y la administración de las pensiones; que anteriormente habían sido monopolios estatales. El comercio internacional también se abrió a los privados, con lo cual surgió una nueva rama importadora. Se crearon además nuevas ramas industriales como la maquila textil, la de televisión por cable e Internet.

La reconstrucción que el país necesitaba luego de sufrir una etapa de guerra, también favoreció la acumulación, en cuanto brindo a sectores como el de construcción y sus conexos, oportunidades de revalorizar los capitales.

Según Marx, mediante la acumulación de más plusvalía, los grandes capitales crecen más rápidamente que los capitales pequeños, obteniendo una mayor ventaja en la producción. Este fenómeno al que llamo concentración se presenta por ejemplo, luego de la privatización de la banca salvadoreña. El crecimiento del capital financiero se observa a través de la transformación de simples bancos a conglomerados financieros, que incluyen banca, corredoras de bolsa, aseguradoras, administradoras de fondos de pensiones, emisores de tarjetas de crédito, etc. Que posteriormente se expandieron por Centroamérica para convertirse en autenticas transnacionales. Esto ha sido posible, porque a través del sector financiero se canalizan las remesas familiares que los salvadoreños en Estados Unidos envían a sus familiares en El Salvador, acelerando el ritmo de acumulación, ya que de esta forma se extrae plusvalía de los trabajadores y trabajadoras de la llamada diáspora.

Aunque el caso salvadoreño presenta esta singularidad, la realidad mundial actual demuestra que la tendencia a la concentración y centralización de capital son fenómenos que se dan de forma constante. El intelectual estadounidense de izquierda James Petras, en su artículo "La supremacía del capital financiero" sostiene que el sector financiero como ningún otro puede obtener beneficios sin parangón, ya que "los bancos consiguen su máximo rendimiento facilitando la concentración y la centralización del capital, operaciones que denominan 'fusiones y adquisiciones'"[1].

En cuanto a la centralización, el profesor Aquiles Montoya plantea que “si bien la acumulación de capital presenta una tendencia concentradora esta va acompañada de una tendencia dispersora. Pero en la dinámica capitalista la dispersión es contrarrestada por la atracción”[2], aclarando que esta no es una concentración idéntica a la de la acumulación, sino efecto de la unión de capitales ya existentes, para formar uno mas grande. Siguiendo con el caso del capital financiero salvadoreño, algunos capitales representados en las familias que se beneficiaron de la venta de la banca nacional, como Cristiani, Baldochi-Dueñas, Kriete, Bahaia, De Sola, Siman, y Poma, al mismo tiempo que se concentraban, extendiéndose a otros sectores, también iban centralizándose no solo en el país, sino también en Centroamérica, desplazando a algunas de las antiguas burguesías nacionales de los países de la región. Así tenemos, que estos capitales tienen intereses también en el comercio, la construcción, el turismo, el transporte, la industria y las telecomunicaciones.

Un capital emblemático en el fenómeno que Marx planteo hace 140 años, es el que representa el grupo Poma. Este grupo transnacional posee empresas distribuidoras de vehículos, hoteles de lujo, proyectos urbanísticos y de turismo, empresas metalúrgicas y fabricación de ventanas, centros comerciales y empresas de publicidad distribuidas en Centroamérica, Panamá, Republica Dominicana, México y Estados Unidos. Además esta asociado a otros capitales en la región como los del Grupo Mota, Grupo Taca y Carso del mexicano Carlos Slim[3], considerado el hombre más rico del mundo, lo que da una idea de a que nivel juegan en la arena mundial.

Todo este proceso, que ha tenido lugar en los últimos 17 años, ha desembocado como Marx lo previo hace más de 140 años, en una creciente disminución relativa en los requerimientos de fuerza de trabajo salvadoreña por parte del capital.

Para Karl Marx el desempleo constituye un rasgo permanente o estructural del sistema capitalista, sin el cual este no podría existir, ya que es necesario para los capitalistas contar con un ejército industrial de reserva a su disposición. Marx trata el problema del empleo a partir del análisis del proceso de acumulación capitalista. Este genera un proceso de exclusión de mano de obra que tiende a formar una reserva permanente de personas, a través de una progresiva sustitución de mano de obra por maquinaria, ello a su vez posibilita frenar la tendencia alcista de los salarios. La acumulación genera un excedente de mano de obra, pero a la vez, precisa de él para continuar la acumulación: es una causa y condición de la acumulación capitalista. La búsqueda de mayor productividad no se basa en la cantidad de fuerza de trabajo, por esta razón, no se produce un aumento proporcional de la demanda de trabajo, sino por lo contrario, una disminución progresiva.

En El Salvador durante la última década ha existido una débil capacidad de generación de empleos e ingresos, esto sumado a las privatizaciones que se dieron como resultado del proceso de acumulación en el país, en los cuales no se generaron nuevos puestos sino que se absorbieron las plazas ya existentes y en la mayoría de los casos se desempleo a muchos. Esto se dio en un contexto de acelerada urbanización del país, que ha llevado a que el porcentaje de población urbana creciera de 48% a 60% entre 1991 a 2005[4], y a una marcada terciarización de la economía, que se aprecia en el aporte del sector servicios, que representa más del 62% del valor agregado bruto.[5] Lo que contribuye a generar una incapacidad de absorción de las legiones de trabajadores, que año con año invaden el mercado laboral. Como ejemplo podemos mencionar que en el período 2000-2005 el desempleo abierto disminuyó con respecto a la primera mitad de los años noventa, alcanzando un promedio de 6.9%, pero la tasa promedio de subempleo urbano superó el 31%; en 2005. El desempleo a nivel nacional alcanzó el 7.2% y el subempleo urbano fue de 32.1%.[6] En el área rural, al menos 4 de cada diez personas económicamente activas están desempleadas o subempleadas.

Las condiciones de desempleo y subempleo en el país como producto del proceso de acumulación capitalista, en combinación con un estancamiento de los ingresos de amplios sectores de la población, han constituido un obstáculo al mejoramiento de las condiciones sociales del país. Permitiendo que la brecha entre los más ricos y los más pobres se incremente en nuestro país y en general en todo el mundo. El Salvador se ubica entre los 20 países con mayor desigualdad de ingresos en el mundo,[7] cuatro de cada diez familias rurales y casi un tercio de las familias urbanas del país se encuentran en situación de pobreza según cifras de la EHPM para el 2005.

Las condiciones de vida cada día son perores, si bien la pobreza extrema rural a experimentado una reducción, esta es debido a la migración de la población hacia las zonas urbanas en busca de mejores condiciones de vida. Basta con mirar alrededor y darse cuenta de la terciarización que ha sufrido la economía, desplazando a campesinos, agricultores, etcétera, hasta el sector terciario, por no encontrar una fuente de sustento en las actividades primarias de la economía.

Como Marx expone al hablar del empleo, desde la perspectiva de la acumulación capitalista, es el afán de mayores ingresos por parte de los dueños de los medios de producción lo que ha llevado en nuestro país, al abandono de la inversión en factor variable (fuerza de trabajo) y a una mayor inversión en el factor fijo (maquinaria, tecnología), esto desplaza a los trabajadores quienes buscan refugio en actividades comerciales o de servicio, y en ultimo caso pasan a formar parte del ejercito industrial de reserva permanente (desempleados), lo cual ha traído una disminución en las condicione de vida, llevando a muchos a condiciones de extrema pobreza. Esto presenta un dilema respecto a la acumulación capitalista, en donde si bien la tecnificación presenta una mayor productividad y por lo tanto mayor disponibilidad de valores de uso en las economías, conlleva consigo un desplazamiento de trabajadores, quienes ven reducido su poder de adquisición, por lo tanto ¿Quién consumirá estos valores de uso?

La respuesta a la pregunta anterior no es importante en términos de cómo se realizaran las mercancías para permitir que continué la acumulación, sino como será posible la reproducción de la fuerza de trabajo y por consiguiente la vida de la clase trabajadora. Lo cual también lleva a otro aspecto de la acumulación, es decir la profundización de la tendencia a la disminución en los niveles de valor de la fuerza de trabajo, provocando mayores niveles de sobreexplotación; que se observan a partir de la cobertura de los medios de vida de la clase trabajadora.

La acumulación de capital anima el progreso del capitalismo y esto lo consigue por medio del desarrollo de capital fijo, que tiene como dinámica fundamental, reducir el valor de fuerza de trabajo. Valor que es equivalente al valor de una cantidad dada de bienes de consumo que son necesarios para restaurar la capacidad del trabajador que dicho sea de paso, le permite producir a un nivel de intensidad dado.

Según Marx existe una disminución en el valor de estos bienes de consumo como resultado de un aumento en la productividad del trabajo, pero por el contrario el valor de los bienes de consumo se mantiene en el mercado. Aunque debido al aumento de productividad se ocasiona una disminución en el valor de la fuerza de trabajo, mientras todo lo demás permanece constante, los resultados favorables del incremento en productividad del trabajo generan un mayor plusvalor que termina en manos de los capitalistas.

Por lo tanto el incremento en la productividad del trabajo nos plantea la existencia de una disminución en el valor de la fuerza de trabajo, debido al cambio constante en la composición del capital, eso implica mayor utilización de los medios de producción constante y una disminución relativa del capital variable. Lo que nos demuestra como ya se dijo antes, que en el proceso de acumulación de capital, se demanda cada ves menos fuerza de trabajo, a lo que Marx señala que “El aumento de esta (medios de producción) se manifiesta, pues, en la reducción de la masa de trabajo con respecto a la masa de medios de producción movidos por ella, esto es, en la disminución de la magnitud del factor subjetivo del proceso laboral comparado con sus factores objetivos”. [8]El Capital, Tomo I (p.773).

Por esta razón, con el aumento en la productividad de los trabajadores se logra efectivamente producir mas valores de uso y por consiguiente reducir el valor de la fuerza de trabajo, lo que debería satisfacer las necesidades de todas las personas, pero sin embargo la gran mayoría de la población salvadoreña no tiene acceso a los incrementos de la productividad de su trabajo, es decir, que no recibe en términos monetarios, lo suficiente para reproducir su fuerza de trabajo.

Concerniente a esto podemos hablar de la Canasta de Mercado en El Salvador, la cual el Ministerio de Economía define como el conjunto de bienes y servicios que en promedio sirven para satisfacer las necesidades básicas de una familia, la que contiene una estructura de doce divisiones: alimentos y bebidas no alcohólicas, bebidas alcohólicas, tabaco y estupefacientes, prendas de vestir y calzado, alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles; muebles, artículos para el hogar y para conservación ordinaria del hogar, salud, transporte, comunicaciones, recreación y cultura; educación, restaurantes y hoteles, y bienes y servicios diversos, es decir, incluye todos los bienes necesarios para que una familia pueda vivir en condiciones de comodidad mínima, asegurando la reproducción material y espiritual, por lo que en El Salvador el valor de la fuerza de trabajo asemejaría el valor de la Canasta de Mercado.

Un ejemplo muy ilustrativo de cómo se reduce el valor de la fuerza de trabajo en El Salvador es analizando el comportamiento de la relación canasta de mercado, salarios y productividad en los últimos años. En junio de 2004 la canasta de mercado costaba $620.71, mientras que el salario mínimo urbano vigente, que es el que percibe cerca del 12% de la Población Económicamente Activa (PEA) ascendía a $158.4, es decir existía un déficit de $462.31 en términos de la cobertura del valor de la fuerza de trabajo o mejor dicho se da una sobreexplotación de la fuerza de trabajo en $462.31.[9]

Pero a febrero del 2007, esta relación se había profundizado. La canasta de mercado alcanzaba $699.2, ósea se había incrementado en un 12.6%, mientras el salario mínimo urbano solo se incremento en un 10%, con lo cual aumento la brecha entre salario mínimo y canasta de mercado a $524.96, lo que representa un 13.5% de crecimiento. Si ha este fenómeno le sumamos el componente productividad, encontraremos que según el BCR el crecimiento de la producción casi se duplica, de tener en 2005 un crecimiento del PIB de 2.5% se paso a 4.2% en 2006[10], lo cual indica que la producción de bienes y servicios a incrementado, por tanto, también la productividad, lo que provocaría una reducción del valor de la fuerza de trabajo, no así del costo de los medios de vida necesarios. Por esta razón, con el salario mínimo urbano vigente, tienen que trabajar dentro del hogar al menos cuatro personas para lograr alcanzar los ingresos necesarios para cubrir la canasta de mercado, mecanismo mediante el cual seda nuevamente la explotación.

Este fenómeno es el que muestra la desvalorización de la fuerza de trabajo y evidencia la valorización extraordinaria del capital, lo que permite la acumulación del capital y cuyo fundamentó se basa en el empobrecimiento de los trabajadores y en el aumento del Ejercito Industrial de Reserva y en general, de la sobrepoblación relativa, es decir, ha ocurrido un proceso de empeoramiento de la calidad de vida de la clase trabajadora.

Otro aspecto relevante del proceso de acumulación, es que como fruto de la concentración y centralización del capital, se ha dado una profundización del empobrecimiento de la clase trabajadora.

Según la Organización Mundial del Trabajo (OIT), “el trabajo decente y digno es una de las aspiraciones que toda persona busca alcanzar durante su vida laboral. Este debe ser beneficioso a los demás y, a la vez, producir un ingreso digno, que le permita satisfacer necesidades básicas como seguridad y protección social, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración a la sociedad. Asimismo, promover libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas y generen igualdad de oportunidades para hombres y mujeres”[11], en otras palabras todo trabajador merece al menos que se le retribuya íntegramente por su fuerza de trabajo.

Sin embargo, la realidad se presenta de una manera muy insensible y distante a lo que muchos anhelan. La perseverante tendencia a globalizar la economía, la ciencia, las comunicaciones; como la insistencia a que exista un libre movimiento de todos los factores de producción -dinero y bienes- sin restricción por todo el mundo, dejando de lado el movimiento de fuerza laboral. Cabe destacar, que esta era de capitalismo-global tiene como eje el poder que ejercen las grandes empresas transnacionales y los fuertes capitales, convirtiéndose en los grandes protagonistas del siglo XXI.

Las grandes empresas transnacionales que concentran y centralizan, buscan colocar sus capitales en los países pobres a fin de incrementar sus ganancias y así, con la miseria ajena e inevitablemente, deprimir las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores en los países Terceros.

Como efecto de la concentración y centralización existe un mayor desarrollo en las ocupaciones terciarias de la economía, en donde cada vez más las personas buscan refugiarse en actividades del sector informal, debido a las escasas oportunidades que brindan las empresas, para ofrecer empleos dignos.

Sumado a esto el fenómeno de las privatizaciones, o más bien, de las “expropiaciones” que se han ido generando en la última década, han arrebatado a los pueblos los patrimonios y riquezas, traspasándoselas a las oligarquías capitalistas. Así como lo dijo el ex-presidente del Banco Mundial Paúl Wolfowitz, en el IV Foro Mundial del Agua celebrado en Ciudad de México: “El país que se niegue a privatizar sus servicios públicos de agua potable y alcantarillado no recibirá financiamiento internacional para otras necesidades”[12]. Esto demuestra que instituciones como el Banco Mundial, que tiene como objetivo contrarrestar la pobreza en países de bajos recursos, se encuentra también a la orden de la concentración y centralización del capital y de las grandes empresas transnacionales.

Por esto y mucho más el empobrecimiento de la clase trabajadora es un proceso continuo, donde ha influido mucho la desocupación masiva y el descenso en el poder adquisitivo de los salarios, ambos casos analizados antes. De igual forma, la sobre explotación de las y los trabajadores a través de la flexibilización laboral, mecanismo que comprende entre otras cosas que los salarios son medidos por las horas trabajadas, como es el caso de algunas empresas transnacionales, donde los salarios se deprecian con el desarrollo del trabajo a tiempo parcial o “part-time”. Otra forma, ha sido el alargamiento y la intensificación de la jornada laboral, sumándosele las bajas pensiones de los jubilados, que se agravan enormemente cada año; la explotación del trabajo infantil, y el abuso y acoso sexual que reciben muchas mujeres en sus trabajos, especialmente en las maquilas.

En El Salvador la masa de población empobrecida ascendía a 47.5% según el Panorama Social de América Latina de la CEPAL para el 2006, es decir casi la mitad de la población. Este mismo estudio señala que la indigencia alcanzaba el 19%,. Pero en realidad esta medición se realiza en base a la cobertura de la Canasta Básica Alimentaría (CBA), la cual es un parámetro inferior a la Canasta de Mercado, que anteriormente se definió como equivalente del valor de la fuerza de trabajo. Lo que plantea que son aun mas las personas que se encuentran empobrecidas en el país.

Un último aspecto es, que el deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora no puede ser explicado de forma completa sin considerar la profundización de la exclusión y marginación generada por la concentración y centralización del capital reflejadas en la distribución del ingreso.

Como nunca antes, a partir de la instauración del modelo neoliberal en el país, puede verse una enorme proporción de gente excluida y marginada por el sistema socioeconómico. Esta exclusión se da en diferentes formas, como: el desempleo, la falta de oportunidades económicas reales, el incumplimiento de los derechos fundamentales básicos, como el acceso a la educación, a la salud, a una vivienda digna, a agua potable y alimentación. Es decir existe un segmento de la población que no es parte del sistema económico, mas sin embargo sobrevive al interior de la formación económico social capitalista. En tanto no son parte del sistema, los excluidos no reciben ningún tipo de beneficio, pero si todos los trastornos y miserias que esté genera.

El desempleo y la falta de oportunidades son producto de la incapacidad del sistema formal -ósea el sector capitalista- de crear los suficientes puestos de trabajo que correspondan al desarrollo de la fuerza de trabajo, lo cual es una tarea imposible a medida se imponga la lógica de la competencia, ya que esta implica la destrucción constante de empleos en aras de reducir los costos para ser competitivos y debido a los avances en los factores tecnológicos que hacen prescindir del ser humano en el ámbito de la producción.

Además para el capital es beneficioso mantener altas tasas de desempleo, porque con ello evitan la presión sobre el alza de los salarios, ya que por cada persona empleada existen filas de desempleados dispuestos a realizar el mismo trabajo con el mismo salario o incluso uno menor, ante la necesidad de llevar alimento a sus familias. Esta masa de sobrepoblación relativa en la cual también se incluye ejercito de reserva, es el que, al verse excluido debe buscar diferentes formas para subsistir.

Para estos, el capitalismo solo proporciona alternativas de subsistencia fuera del orden normal de las cosas, las cuales aparecen de variadas formas y en algunos casos chocan incluso con los mismos intereses del capital. Esto sucede cuando estas salidas plantean resistencia al sistema y se entrometen en su dinámica, configurando un escenario de confrontación social como manifestación pura de la lucha de clases.

Como resultado de la exclusión y la marginalidad es que crece galopante el empobrecimiento y la miseria, incluso estratos de ingresos medios han pasado a engrosar los segmentos de la sociedad en condición de pobreza.

Dicha condición es la causa entonces, de los fenómenos económicos, sociales y políticos que actualmente vive el país. Al encontrarse la población desempleada, sin oportunidades y en un estadio de pobreza y miseria sin precedentes, debe buscar alternativas dentro de la misma crisis.

Un primer fenómeno que aparece en este escenario es la delincuencia en niveles jamás antes vistos y además ligada a altas esferas del poder político, convirtiendo el problema de la seguridad ciudadana en un negocio extraordinariamente lucrativo. El surgimiento y desarrollo de las pandillas, es parte de esta nueva etapa de la acumulación, en donde se ha incrementado exponencialmente la población lumpen proletaria.

Un segundo fenómeno que surge es, la más grande migración de salvadoreños hacia Estados Unidos, en busca de oportunidades que en su país no encuentran, pero que también es muy incierto que en el país del norte las puedan encontrar. Este flujo migratorio crece año con año, no importando las dificultades y los muros que el gobierno estadounidense ponga para llegar a tierras gringas. Hasta agosto de 2005 eran alrededor de 594[13] personas al día las que abandonaban el país intentando alcanzar un sueño que algunas veces se convierte en pesadilla.

La migración del campo a la ciudad en un primer momento y del país hacia los Estados Unidos, es una de las formas en que la población pobre busca resolver su problema de sobrevivencia. El primer momento ocurre cuando la grave situación que se vive en el campo debido a la precaria situación agrícola del país, lanza hacia las ciudades miles de personas en busca de una oportunidad que no encuentran, ni en el sector formal ni en el informal, expulsando a este sector de la población hacia el exterior.

A su vez, los emigrantes se ven humillados y sobre-explotados en los Estados Unidos, donde terminan siendo utilizados como instrumentos para la opresión de trabajadores locales. Empleándolos como el ejército internacional de reserva, desprovistos de derechos y obligados a aceptar condiciones indignas para cualquier persona

El aparecimiento y crecimiento exponencial de la economía informal ligada al comercio, es el tercer fenómeno que encontramos en los albores de la globalización capitalista. El gran segmento de la población dedicada al comercio informal proviene del sector agrícola, del sector obrero industrial y en su gran mayoría a la nueva población que se integra a la Población Económicamente Activa (PEA).

Otros fenómenos extendidos a raíz de la entrada del país a la “era de la globalización” son el alcoholismo, la drogadicción y la prostitución, que aparecen como producto de la frustración y desesperación que padece la gente ante la imposibilidad de dar respuesta al problema de la subsistencia. Realidades que son palpables, que no necesitan respaldo de ningún indicador para tener valides en el contexto en que se encuentra la sociedad salvadoreña y que por tanto de muestran una vez mas el carácter nocivo de la acumulación.

Desde los aportes de Marx, es posible entonces, entender que la gran parte –por no decir todos- los problemas sociales y económicos que amenazan la reproducción de la clase trabajadora, como una mayoría oprimida y explotada, son derivados de la formación económico social capitalista y de su modo de producción correspondiente, lo cual presenta serios retos para la construcción de un mundo mejor, posible, necesario y urgente.

NOTAS


[1] James Petras, La Supremacía del Capital Financiero, 2006. www.rebelion.org,

[2] Aquiles Montoya, Economía Critica,

[3] Alexander Segovia, Integración Real y Grupos de Poder Económico en América Central: Implicaciones Para el Desarrollo y la Democracia de la Región. 2005

[4] EHPM, 2005

[5] BCR, Revista Trimestral, enero marzo 2007.

[6] EHPM, 2005.

[7] Trayectoria hacia el cumplimiento de los ODM en El Salvador 2007, cuaderno sobre desarrollo humano, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

[8] Kart Marx, El Capital, Tomo II Pág. 773.

[9] Análisis de los primeros tres años de Gobierno de Antonio Saca, Centro para la Defensa del Consumidor CDC, mayo 2007.

[10] BCR, Revista Trimestral, enero marzo 2007.

[11] OIT, Memoria del Director General: Trabajo Decente, Conferencia Internacional del Trabajo, 1999.

[12] Hedelberto López Blanch, Wolfowitz y el Banco Mundial: privatizar el agua, 2006. www,rebelión.org

[13] Estimación propia en base a datos de salida y entrada de salvadoreños en las fronteras Las Chinamas, San Cristóbal, La Hachadura y Anguiatu, encontrados en el Compendio Estadístico del IDH del PNUD 2005.

Autores:

Ivan Claros Urbina
Marcela Gallo
David Martínez
Mauricio Iraheta
Jesús Enrique Rodríguez

Bibliografía Consultada

· Karl Marx, El Capital, Tomo I.

· Kart Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista

· Aquiles Montoya, Economía Crítica.

· Alexander Segovia, Integración Real y Grupos de Poder Económico en América Central: Implicaciones Para el Desarrollo y la Democracia de la Región. 2005


[i] Kart Marx, El Capital, Tomo I capitulo XXIII.